El mercado nacional está inundado de llantas de bajo costo que, en más de un 60 %, no cuentan con ninguna certificación internacional. Esto quiere decir que no han sido sometidas a pruebas técnicas que validen su agarre, resistencia, durabilidad o capacidad de frenado. Ingresan al país sin trazabilidad, sin respaldo técnico y, lo más grave, sin ningún tipo de control que garantice su comportamiento en condiciones reales. Para muchos, el precio es su único atributo. Pero el costo real lo paga quien se sube a una moto creyendo que está seguro.
Esta informalidad no es una anécdota menor: más de la mitad de los accidentes en motocicleta tienen como causa directa o relacionada la pérdida de adherencia o fallas en el frenado. Dos factores que dependen directamente del estado y la calidad de las llantas. Una superficie mojada, una curva cerrada o una frenada de emergencia pueden ser controladas o fatales según el tipo de neumático que uses. Es una diferencia invisible, pero decisiva.
Lo más alarmante es que esta situación no afecta solo a quienes compran llantas de reposición en el mercado informal. Muchas motos nuevas en Colombia, especialmente en las gamas de bajo cilindraje, salen de fábrica equipadas con llantas que ni siquiera cumplen con los estándares mínimos de seguridad. Aunque la normativa actual ya exige certificación visible para todos los neumáticos (como la homologación ONU-R75), su implementación ha sido tardía o evitada por algunos ensambladores. Es decir, podrías estar estrenando moto, pero no seguridad.